Fue y es un continente rico, y con mucha probabilidad todos provenimos de allí, pero desde siempre la hemos explotado. Le dimos en el siglo XX la independencia a las colonias sobre un mapa sin tener en cuenta las etnias y, lo que es peor, los enfrentamientos ancestrales entre ellas. Encontramos la inestabilidad política que generamos, la mantenemos por interés de los beneficios en la explotación de sus riquezas, que los occidentales necesitamos para vivir mejor y progresar. Los africanos no cuentan. Guerras civiles, numerosos golpes de Estado son algunos de los problemas más alarmantes sufridos. A esta lacra se le ha añadido desde hace unas décadas el terrorismo en casi todos los países: Burkina Faso, Benin, Costa de Marfil, Cabo Verde, Ghana, Gambia, Guinea, Guinea Bissau, Liberia, Mauritania, Malí, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra Leona y Togo..., que por si les faltaba algo tienen narcotráfico, piratería y escasez o falta de escuelas. Más del 50 % de los niños sin escolarizar se encuentran en este continente, las niñas en muchos lugares es un milagro que asistan y son las que más sufren, trabajo, extirpación del clítoris, casadas con hombres de mucha más edad, sin contar las utilizadas para satisfacer a los “soldados”, en muchos casos robadas en masa y sin que nosotros, los civilizados occidentales, levantemos un dedo. Un ejemplo, el grupo terrorista Boko Haram secuestró a 276 estudiantes de una escuela secundaria de la localidad nigeriana de Chibok en abril de 2014; a día de hoy solo sabemos que no volverán a sus casas y que también las obligan a matar.
No tienen medios que faciliten desplazamientos, sin agua más de 460 millones de personas, que unidos a las sequías, al desierto que se amplía cada vez, la deforestación, extinción de flora y fauna, degradación de bosques y zonas de pastoreo, les produce anemia, bocio, diabetes asociada a la desnutrición, y en los niños dos enfermedades desconocidas en occidente: kwashiorko, que se ocasiona por la falta de proteínas en los alimentos que se ingieren, y marasmo por la falta de calorías y proteínas. ¿Hacemos algo? ¿Por qué consentimos las mafias que los traen a la “tierra prometida” Europa, donde muchos mueren en el camino? Occidente tiene que actuar allí ya.
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