viernes, 30 de diciembre de 2016

Nació Jesús - Jesus was born


Celebramos el nacimiento del hombre que revolucionó el mundo, el más progresista y el que más ha influido en el pensamiento y en el desarrollo de los dos últimos milenios. Nadie puede poner en duda su existencia a día de hoy, a pesar de que el relativismo en el que vivimos está intentando hacerlo.

Nunca se hizo llamar Dios, se refirió siempre a sí mismo como el “Hijo del hombre”, que equivale a decir, en arameo, soy uno de vosotros. Eso es lo que siempre fue, uno como nosotros. Un judío que defendió que todos somos hijos del mismo Dios, judíos y gentiles, iguales, sea cual sea el sexo o la raza. Pagó este mensaje con la muerte en la cruz. ¿Por qué se llega a negar su existencia y la de sus discípulos (“analfabetos” que tuvieron la osadía de expandir su mensaje por el mundo), ignorando a Cornelio Tácito, que escribe cómo persiguieron a los cristianos, y a Suetonio, quien reafirma a Tácito en sus escritos, o a Plinio el Joven, a Flavio Josefo, por no citar el comunicado enviado por Poncio Pilatos a Roma (cumpliendo la obligación de comunicar toda sentencia de muerte), e incluso fuentes judías cómo el “Talmud” con varias alusiones a Jesús?

 ¿Por qué molesta tanto el mensaje de Jesús? Se puede comprender por la actuación de muchos representantes de la Iglesia que se llegue a criticarla, e incluso, como sucede, a odiarla, pero el mensaje que trasmite, que es el de Jesús, es todo lo contrario. “No juzguéis, para que no seáis juzgados, porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá.…pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá, porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá … Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos”. Esta pequeña muestra de lo que dijo es todo un programa. El gran problema es que todo su mensaje va contra el relativismo imperante de claudicación ante los dogmas de la autodenominado progresía, que induce a la dictadura de lo políticamente correcto y a la traición a los principios y compromisos reales, pasando a la eufemísticamente denominada “flexibilización”, que va en contra de la libertad y los derechos inviolables del ser humano sin excepciones. Al “sistema”, su mensaje no le conviene.

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