sábado, 14 de octubre de 2017

De la Unión Europea a la desunión - From the European Union to disunity

En la Europa del siglo XX, tras las dos guerras mundiales, se fraguó en el Tratado de Roma la Unión Europea, pero no hizo olvidar las luchas fratricidas que mantuvimos durante siglos en Europa, ni sus divisiones. Muchos ya lo vieron cuando se iba creando con mayor profundidad la UE. Así, el general De Gaulle, presidente de Francia habló de “la Europa de los pueblos”. Fue el siglo de la ilusión europea y de que se pudiese “olvidar” todo. Hoy vemos que no, y no sólo el “Brexit”, en todo el continente tenemos problemas de “convivencia” y de querer ir solos. La globalización no logró hacer superar ciertos sentimientos seculares o de sólo algunos años. 
No es casual lo sucedido en Cataluña. Su hoja de de ruta se escribió hace cuatro décadas, y sin pausa se ejecutó al pie de la letra, incluso nos asombra ahora, y los enfrentamientos y apoyos verbales en el resto de España estaban previstos, lo mismo que los pasos que se dieron tras el 1-O, que tampoco debían habernos sorprendido. No hubo fracaso, se cumplió lo planificado. Aprendieron de lo ocurrido en Quebec, rectificaron cuando el “plan Ibarreche” fracasó, cambiaron con el no del referéndum en Escocía. Todo encaja en un plan que quizás haga cambiar, si no lo está haciendo ya, el mapa europeo. 
Al margen de los apoyos recibidos en España y de todos conocidos, quienes más hincapié hicieron son los ultraderechistas: Geert Wilders, líder del Partido por la Libertad (PVV) (islamófobo holandés); Nigel Farrage, del eurófobo UKIP (UK); Janice Atkinson, ex UKIP (UK) y ahora independiente en Grupo Europa de las Naciones y de las Libertades; Heinz-Christian Strache, líder del ultraderechista FPÖ austriaco; Jens Eckleben, del AfD alemán; Bart Laeremans, del Vlaams Belang, miembro de Cámara de Representantes de Bélgica por Flandes; Matteo Salvini, líder de la Liga Liga Norte de Italia. No lo hacen gratuitamente, es que ellos buscan la separación de sus estados. Así, tenemos en Alemania, Baviera; en Austria, Slovenia; en Francia, Alsacia, Bretaña, Córcega, Occitania; en España, además de Cataluña, Galicia y el País Vasco; en Italia, Cerdeña, Padania, Tirol del Sur y Sicilia; en Polonia, Silesia; en el Reino Unido, Escocia y Gales, por citar sólo los principales. El monetarismo ciego de algunos puede llevar a una Europa dividida como en la Edad Media.


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