miércoles, 27 de julio de 2016

No todo es oro en las renovables - Not everything is money in renewable


Cuando se suprimieron los cupos del Régimen Especial de energía (la asignación de retribución económica para nuevas instalaciones de redes eléctricas de distribución y transporte procedente del tratamiento de residuos, biomasa, hidráulica, eólica, solar y cogeneración) se insinuó que no eran rentables las instalaciones, apoderándose la  incertidumbre sobre su futuro. Sucede en casi todos los países, una porque el “Factor de Capacidad (FC)” de las renovables, que mide la energía que se produce con la que podría producir al 100%, es muy bajo: Las eólicas tienen un FC del 32-47% dependiendo de la intensidad del aire, la solar 17-28% según la nubosidad; otra producen electricidad de bajo voltaje con lo que hay que elevarlo para transportarla a los lugares de consumo, sin olvidar los acumuladores (baterías contaminantes) y la  Central de respaldo que utiliza productos fósiles, que producen entre otros  CO2 y NO2.  Para producir 1.000 MW la eólica necesita un área de 100 Km², la solar una 60 (CNE-Comisión Nacional de Energía).
Para ser competitivos nacieron nuevos sistemas cómo la Solar Térmica, en España 50 centrales producen el 4,41% de la demanda, 17 en Extremadura, la mayor de tipo “concentradores lineales-Tubulares” en una de 110 ha y un área de apertura de 300 Km² produce 400°C para calentar el agua que genera la energía. La última es Ivanpah (USA) en una superficie de 13 km² en el desierto de Mojave produce 390 MW, con más de 300.000 espejos (Concentradores puntuales) formando círculos concéntricos controlados por ordenador para seguir al sol, en torno a tres torres de 140 metros de altura cuya luz reflejada llega a la a lo alto de las torres que contienen agua y con cuyo vapor mueve los generadores eléctricos, Ocupan grandes superficie que modifican el reflejo de solar anterior, que junto la disipación del calor, modifican el microclima de la zona.
En el mar las novedades son las “Offshore”: aerogeneradores colocados sobre el mar,  turbinas marinas con grandes hélices que aprovechan la fuerza de las mareas, y “boyas” que con las olas oceánicas activan las bombas que empujan el agua a presión a través de las turbinas que generan la energía. Influyen en las corrientes marinas y por lo tanto en el clima.


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